EL SUJETO Y LA FELICIDAD. GLOBALIZACIÓN Y SEGREGACIÓN. MANUEL FERNÁNDEZ BLANCO.
Esta magnífica conferencia fue organizada por el Seminario del Campo Freudiano de San Sebastián en su “Ciclo de Conferencias 2016/2017.
En primer lugar, Manuel va a ampliar los significantes del título añadiendo a los ya propuestos; sujeto, felicidad, globalización y segregación, los significantes hermandad y racismo.
Se trata de significantes tomados siguiendo a Lacan. Así, Manuel nos habla de que en una entrevista a Jaques Lacan en “Televisión” dice «el sujeto es siempre feliz”.
El sujeto es “feliz” en la repetición. Una felicidad paradójica, ya que nos quejamos de lo que repetimos. Esto puede constatarse en el hecho de que las parejas que más duran suelen ser las más insatisfactorias. Por ejemplo, uno puede estar quejándose toda la vida de una pareja a la que en realidad nunca abandonaría.
A esta lógica, la lógica de la repetición es difícil escapar, de hecho puede comandar nuestras vidas haciéndonos presos de cárceles sin barrotes.
Freud descubrió esta realidad, la realidad propio de lo inconsciente, donde paradójicamente, el sujeto no quiere su propio bien. Esto es así por que en la repetición hay una satisfacción inconsciente, una satisfacción que insiste y se repite. Se trata de una satisfacción de la cual el sujeto no sabe nada, en esto el sujeto es extranjero a sí mismo.
De esta manera Manuel nos introduce en el significante “Racismo”, y nos dice, que el principal racismo comienza en uno mismo. “Todos somos odiosos para nosotros mismos en algún punto”.
Según Manuel, si lo que antes agrupaba a los sujetos eran las creencias, ahora es el modo de satisfacción, el modo de goce. Así, lo que caracteriza al sujeto contemporáneo es la caída de los ideales. Actualmente puede prescindirse del Otro y entrar en relación directa con el objeto de satisfacción, como por ejemplo la droga. El estilo de la civilización actual es adictivo y hay un triunfo de la ética cínica donde cada uno está con su objeto de goce en soledad y sin el Otro. Se trata del goce del idiota, el goce autoerótico donde se entra en relación directa con el objeto.
Freud, en “Psicología de las Masas y análisis del yo” articula la sustitución del ideal por un objeto como principio de una agrupación segregativa. Lacan lo relacionará con el fenómeno nazi y dirá que para constituir un racismo basta con un plus de gozar que se reconozca como tal, un goce compartido. (El agrupamiento de los mismos con los mismos)
El racismo es una pasión del ser que está conectado al odio y se siente en el cuerpo. Lacan sitúa, en el origen de todo racismo, lo intolerable del goce del Otro. Eso diferente del Otro, que aparece en el exterior como algo perturbador, es en realidad, algo íntimo de nosotros mismos que percibimos como extranjero desde el exterior. Así, lo más extraño del Otro, hace vacilar la identidad de uno mismo y suscitar el odio pulsional, el odio al modo de goce que no puede aceptarse.
Pero lo diferente no siempre suscita el racismo. Manuel pone el ejemplo de que cuando lo diferente está lejos, en su país, incluso puede fascinar y percibirse como exótico, pero no tolerarse cuando se trata del vecino. Es la proximidad la que conduce a la xenofobia ya que atenta al yo.
Es esto precisamente lo que anticipa Lacan en 1967 cuando dice “ nuestro porvenir de mercados comunes encontrará su contrapeso en la expansión, cada vez más dura, de los procesos de segregación”.
Manuel hace una mención especial a las políticas de evaluación, las cuales también son un modo de reagrupar a “los mismos con los mismos”. Se trata de otra forma de discriminación que, justificándose en la racionalización y la eficiencia, reagrupa y borra la singularidad del sujeto.
Así, el discurso de la evaluación acaba por aplastar a los profesionales, que cada vez más, tienen que dedicar su tiempo a rellenar formularios o test en detrimento de la educación o la cura.
En relación a la política, Manuel comenta que el funcionamiento social es idéntico al yo, anidando en los dos casos la pulsión de muerte, tentación hacia lo peor y hacia el abismo. En este sentido, el voto, que se ejerce desde el inconsciente de cada uno, puede estar comandado por la pulsión de muerte y dirigirse al odio y al rechazo.
Para finalizar nos habla de “Fraternidad”, significante que permite explicar fenómenos como el yihadismo, fraternidad de goce basada en la omnipotencia, una omnipotencia que se sostiene en la voluntad de matar y en la fascinación por la muerte, lo que constituye la versión extrema entre fraternidad y segregación.