RESEÑA DEL SEMINARIO III DE JAQUES LACAN EN MURCIA. LAS PSICOSIS. CAPÍTULOS DEL XX AL XXV. FABIAN FAJNWAKS

En un principio, Fabian hace una introducción de estos cinco capítulos finales y comienza comentándonos cómo Lacan pone el punto de almohadillado precisamente en estos capítulos retomando los puntos más importantes del seminario.

El seminario III es un seminario donde Lacan pone a punto su teoría estructuralista de la psicosis, y que nosotros podemos leer tomando en cuenta también su última enseñanza y una teoría continuista de la psicosis.

En esta última enseñanza, Lacan se plantea la pregunta ¿a partir de cuándo se vuelve uno loco? que aparece en contradicción con la teoría estructuralista, donde, o se es psicótico, o se es neurótico.

Sin embargo, hemos de tener en cuenta que la última enseñanza de Lacan no anula la teoría estructuralista, siendo ésta necesaria para la clínica. Pero lo que realmente nos interesa es la cuestión de cómo cada ser hablante hace su nudo o no, o como compensar el defecto en el nudo.

Después Fabian va marcando algunos de los puntos más relevantes del Seminario:

Comienza haciendo referencia a las personalidades “como si” de Helene Deutsch. Es aquí donde ubica Lacan los antecedentes del sujeto psicótico tomándolo como una suerte de prepsicosis.
Precisamente, Lacan había criticado este término de Katan por que para Lacan la prepsicosis es ya la psicosis misma. Se trata de la psicosis antes del desencadenamiento, pero ante la cual ya podemos discernir determinados puntos de fragilidad, que podrán llevar más tarde, si el sujeto se enfrenta a elementos simbólicos imposibles de tramitar, al desencadenamiento.

Se trata de psicosis que se mantienen en personalidades “como si”, en un semblante imaginario donde se presenta la existencia de identificaciones que funcionan como una especie de “prótesis” yoica, lo que compensaría la no constitución del yo.

Otro punto relevante es la importancia que para Lacan tiene el lenguaje en este seminario. Por ello, da una regla de oro donde exige como prueba de una psicosis la existencia de trastornos del lenguaje. Sin embargo, este elemento pierde su carácter fundamental en su última enseñanza, aunque esta idea no se borra del todo.

Luego, Fabian nos habla de la relevancia que tiene para el psicótico “tomar la palabra”. Momento donde un sujeto psicótico se ve abocado al desencadenamiento, puesto que se trata de que tiene que dar curso a su propia enunciación, no pudiendo valerse de identificaciones imaginarias.
Después, nos hablará de otro punto importante: El amor en la psicosis. Lacan evocará aquí la teoría estática del amor y la práctica mistica para ilustrarlo. En esta práctica, de lo que se trata es de llevar al hombre a una comprensión de Dios a través de la carne. El éxtasis se presenta a través de un estado trascendental donde se busca entrar en contacto con Dios a través de un fenómeno de cuerpo. Se trata de un sujeto que logra franquearse de su ego para fusionarse con el otro, que es lo que busca esencialmente la experiencia mistica.
Así, lo que se da es una especie de fusión con el Otro y la abolición del sujeto. En las psicosis se trata entonces de un “amor muerto”, ya que lo que se juega es la desaparición del sujeto.

Seguidamente, nos hablará de las alucinaciones, otro de los puntos que Lacan retoma en estos capítulos. La alucinación pone en juego la relación del sujeto con el Otro, un Otro que se manifiesta ante el sujeto bajo la forma de “la voz”.

Aquí, Lacan subrayará el lugar de las frases interrumpidas en el delirio de Schreber, lo que nos enseña sobre el estatuto de la cadena significante y de los significantes que no pueden ser fijados.
Allí donde la frase se interrumpe es precisamente donde falta el significante fundamental, el que vendría a darle sentido y que sería el punto de almohadillado. Este agujero es lo que se pone en juego en las alucinaciones, a través de frases interrumpidas que retornan desde el Otro, siendo éste el que se las envía al sujeto.

Luego, Lacan va a tratar de hacer una distinción entre el nivel imaginario y el nivel simbólico en el discurso a través del ejemplo de dos frases: “Tú eres el que me seguirá” y “Tú eres el que me seguirás”. Lacan nos demuestra aquí, de una manera muy bonita, como una “s” puede variar el pasaje de lo simbólico a lo imaginario, puesto que en la primera frase se hace en relación a un tercero donde hay un llamado a la ley. Es como si de alguna manera, en algún sitio, estuviera escrito que él lo seguirá, mientras que en la segunda frase no hay ninguna ley que asegure que él le va a seguir, sino que mas bien se trata de una relación especular con el otro, donde lo que prima es la confianza, y no la ley.

Seguidamente, Fabian nos habla del ejemplo que pone Lacan con “La gran carretera” y “Las pequeñas carreteras” para ejemplificar la falta del significante del nombre del padre. La gran carretera es aquella que polariza un conjunto de significantes y que nos lleva directamente a nuestro destino. En cambio, la pequeña carretera, si nos lleva al destino, será con muchas más molestias y dificultades. La carretera principal es el nombre del padre.

La cuestión del nombre del padre, será relegado en la última enseñanza a un cuarto nudo. Aquel que anudaría los tres registros. En la última enseñanza, la fenomenología de la psicosis no concierne solo al lenguaje, sino que toma en cuenta algo fundamental: el cuerpo y sus fenómenos.

Otra cuestión relevante es el término proyección. Para Lacan, al contrario que para Freud, el delirio de Schreber no es una defensa contra la homosexualidad, sino que se trata de algo mucho más complejo que habrá que ir descifrando.

Tampoco la teoría del simbolismo, donde un símbolo reenvía a un significado, es válida para descifrar el delirio. Para ello será necesario pasar del símbolo al significante, donde la significación aparece en el reenvío metonímico a otros significantes, apareciendo para cada uno, una significación diferente, y no universal como ocurría con el simbolismo.