La angustia en la mujer. Vilma Coccoz
Esta conferencia fue llevada a cabo por Vilma Coccoz en el SCF de San Sebastián, en marzo de 2014.
Vilma comienza hablando de que la angustia es algo que el ser hablante experimenta en diferentes momentos de su vida y que está conectada con el vacío y con la acción, ya que es necesario hacer algo con esa sensación de vacío y ahogo, y por lo tanto actuar.
Refiere también como las clasificaciones diagnósticas actuales han sustituido el concepto de angustia por el de ansiedad, y en su forma extrema por el ataque de pánico. En suma, se ha reducido a un problema que hay que resolver de forma inmediata con medicación. Sin embargo, aceptar ser curado de la angustia de esta manera significa renunciar a luchar contra lo que está en juego. Es una manera de sometimiento a una ayuda exterior inmediata que tendrá luego repercusiones importantes en la vida de cada uno.
El psicoanálisis por el contrario, no promete curar la angustia, ya que concibe ésta como consustancial a la existencia y por lo tanto ineliminable. Sin embargo, cuando genera síntomas, sí se puede franquear y resolver lo que está en juego. Pero en psicoanálisis no hablamos de curar la angustia.
La diversidad clínica de la angustia en la mujer hace necesario diferenciar qué ocurre en cada caso. Hay que tener en cuenta cuáles son las causas que están vinculadas a los diferentes tipos de angustia en la mujer. Una de estas angustias, compartida por todos, es la “angustia ante el desamparo”, la cual está muy presente hoy en día, siendo producto del capitalismo y la ideología de la evaluación, ya que genera una disminución del deseo.
También nos habla de la “angustia ante el súper yo” y la “angustia del sentimiento de culpa”. Ambas tienen relación con la pulsión de muerte. Ésta hace referencia a una voluntad inconsciente a la pérdida y al autosacrificio, socavando los logros, promoviendo pasajes al acto…etc. Además es impermeable al razonamiento.
Las angustias femeninas de hoy son diferentes a las de la época de Freud, vinculadas entonces a la moral hipócrita y patriarcal de la época entre otras cosas. La angustia que encontró Freud en los hombres es la “angustia del propietario”, propietarios de su imagen de potencia que peligraba. En las mujeres, la angustia también estaba muy relacionada con la pérdida del amor.
Así, Freud asocia la angustia de aquella época con un menos, con pérdidas. Sin embargo Lacan, abre una faceta diferente de la angustia vinculada a un más, a un exceso. Hoy en día por ejemplo vivimos en la sociedad del “todo se puede”, una sociedad donde hay un acceso fácil a todo, incluso a las relaciones sexuales.
En nuestra sociedad, la organización social ya no es patriarcal, como en la época de Freud, sin embargo, eso no resuelve la angustia de las mujeres. Los problemas de las mujeres no son sólo producto de su situación social sino que es una problemática mucho más compleja y rica. Así, el psicoanálisis permitió no reducir los problemas de las mujeres a una cuestión patriarcal ni de sometimiento social.
Vilma, también hace referencia al filósofo Kierkegaard, ya que fue el primero en hablar de la angustia y de diferenciar una angustia masculina y femenina. Se trata de dos posiciones del ser que generan angustias distintas: “Las mujeres se desesperan y se angustian por no ser, en cambio, los hombres se angustian por ser”. Él mismo se sometió a la experiencia de la angustia en un intento de querer ir un poco “más allá” de la tentación vinculando al ser con lo absoluto. Para ello deja a la que era su prometida y de la que estaba profundamente enamorado. Esta posición de búsqueda de lo absoluto bajo el sacrificio de la pérdida, este “ir más allá” hace que Lacan identifique la posición de este filósofo con la posición femenina.
Hay algo un poco loco en este “ir más allá”, esta tentación que habita siempre en el interior de cada mujer es raíz de su angustia y puede tomar diversos rostros.
Otro de los problemas esenciales de la angustia en las mujeres es la relación con la madre. Ahí se encuentra muchas veces lo que Lacan llamó una relación de estrago. Este estrago se suele repetir con la pareja, siendo un rasgo importante la ausencia de límites que la mujer experimenta en nombre del amor, haciendo toda clase de concesiones para su consecución, de sus bienes, su cuerpo…etc.
Como vemos, no hay solo una angustia femenina, sino muchas. Estos descubrimientos requieren de otro discurso que no es el discurso feminista, sino un discurso que permita entender la complejidad de lo que se pone en juego.
Para terminar, el buen uso de la angustia supone no acallarla con medicamentos o levantando el síntoma ,sino enfrentarla valientemente y ver hacía dónde conduce, abriendo así la posibilidad de inventar algo nuevo.