Dimensiones del síntoma

“Estoy desesperada y no se qué me pasa. Debo estar volviéndome loca por que todas las noches, antes de dormir, tengo que revisar todo una y otra vez. Yo se que todo está bien, pero necesito volver a revisar y hacer todo este ritual. Esto cada vez me quita más tiempo y ya no se cómo pararlo, ahora me acuesto a las 4 de la mañana revisando…”

Este testimonio da cuenta de un síntoma, un ejemplo de los muchos con los que nos podemos encontrar. El síntoma es una formación del inconsciente, una experiencia que el paciente vive conscientemente de modo muy doloroso, no controlable y sorprendente a la vez, ya que se impone al sujeto más allá de su voluntad y se repite por mucho que el sujeto intente evitarlo y le amargue la vida.

Cuando alguien trae un síntoma a la consulta, normalmente lo hace bajo la forma “no se lo que me pasa”. Es en el momento cuando el sujeto se pregunta qué es lo que le está ocurriendo y quiere saber algo sobre eso, que se puede comenzar un análisis para producir un efecto de significación sobre lo que le ocurre.

En el síntoma hay dos dimensiones, una dimensión de verdad y otra de goce. La primera tiene que ver con un saber enigmático encerrado en el síntoma. Se trata de algo que está más allá de la conciencia y que se expresa metafóricamente, un saber no sabido que se manifiesta simbólicamente. La segunda dimensión, la del goce, se trata de algo que tiene que ver con la libido y con la pulsión de muerte, podríamos decir que es como un sufrimiento sádico. Y es que hay algo en el sujeto que se opone a su armonía, a su tranquilidad, es una tendencia al desequilibrio y a volver a lo inanimado que no se deja dominar por el lenguaje, por la cultura. Es un resto pulsional indomable que rompe toda posibilidad de homeostasis.

Así, en un primer momento del análisis se apunta más a la dimensión de significación del síntoma, las intervenciones son más del orden del sentido, de desciframiento de la verdad enigmática que puede haber en el síntoma, más adelante las intervenciones tendrán más que ver con el aislamiento de los significantes fundamentales relacionados con el modo de gozar del sujeto.

Algo importante es que el sujeto pueda reconocer este real que se esconde tras la repetición sintomática y que tiene que ver con su manera de gozar, un goce que en principio es imposible de admitir y por el cual el sujeto entra en conflicto consigo mismo.

El análisis permite salir de esta repetición del síntoma mediante la ganancia de un saber unida a una rectificación del modo de goce, haciendo éste menos sádico y más llevadero. En efecto, es esta dimensión subjetiva del síntoma la que se tiene en cuenta en un análisis y la que puede producir efectos de cambio llevaderos para el sujeto.