BULLYING: EL ACOSO DE LA SUBJETIVIDAD. JOSÉ RAMÓN UBIETO
RESEÑA SOBRE LA CONFERENCIA: BULLYING; EL ACOSO DE LA SUBJETIVIDAD. JOSÉ RAMÓN UBIETO.
En esta conferencia, organizada por el Colegio Oficial de Psicólogos de Alicante y el Seminario del Campo Freudiano en Alicante, José Ramón ubieto nos habló sobre algunas de sus hipótesis de trabajo en torno al Bullying, y nos comenta como en los malestares de la infancia hay formas más y menos ruidosas.
Una de las categorías más ruidosas es el TDAH. La característica de clasificar a las personas en categorías es que se acaba convirtiendo al sujeto en alguien sin palabra, anulando su subjetividad. Por ejemplo, el suponer que una persona entra en la categoría de TDAH, supone a su vez que se sabe lo que le ocurre, y así, acalla lo que ese sujeto tiene para decirnos.
Uno de los malestares de la infancia menos ruidosos es el acoso escolar. Se trata de una forma de malestar de la que se habla menos que del TDAH y que sin embargo, es la que más sufrimiento genera.
José Ramón, hace una diferencia entre el acoso escolar y la violencia, subrayando que el acoso escolar siempre se da entre los iguales y que tiene tres características:
1- Hay una intencionalidad clara de agresión
2- Es una violencia que requiere de una continuidad en el tiempo
3- Ha de haber un desequilibrio entre acosador y acosado
En el acoso se trata de una violencia que se basa en la ley del silencio. Esta ley quiere decir que no es una violencia que se ofrezca a la vista del otro, sino que es algo que ocurre en lugares clandestinos, como por ejemplo, los lavabos. Los padres, en la mayoría de las ocasiones, no saben que esto ocurre. Y los profesores, a veces prefieren no saberlo y mirar para otro lado.
Justamente, una de las condiciones del acoso es que no sea visto por los adultos pero sí por los iguales. Romper esta ley del silencio no es fácil por que ello implicaría transgredir el código entre iguales.
En cuanto a los efectos, Ubieto nos dice que el efecto siempre es diferente para cada uno y hay que valorar caso por caso. Apunta que el valor del trauma siempre se ve a posteriori, y que lo violento no es el hecho en sí, sino la significación que va a tomar este hecho para cada uno. Esto se puede comprobar cuando vemos como muchos de estos casos son explicados por adultos.
Ubieto también nos plantea la pregunta sobre si el acoso fue siempre de esta manera o ha habido cambios. Responde que en cada época el síntoma toma un envoltorio diferente. Sin embargo, hay cosas que no cambian nunca, como por ejemplo, colocarse en una posición de sumisión ante un sadismo.
Para tratar de explicar el Bullying actual plantea tres hipótesis:
1- Estamos en una época donde se presenta un declive de la autoridad, tal y como la hemos entendido tradicionalmente. Hay un declive de la función de autoridad en los padres, maestros…etc. Cuando esta autoridad está diluida lo que se produce es la igualdad de todos, horizontalidad, la cual da lugar a que los chicos sientan que en cualquier momento la violencia puede volverse contra ellos, ya que no hay tienen el cobijo de la autoridad. Los docentes ganan en autoridad cuando los chicos perciben que son capaces de resolver problemas.
2- La función de la mirada toma un peso muy importante en esta época. Mirar, ser mirado y hacerse mirar, se convierte en un elemento significativo que se multiplica bajo las formas de las tecnologías virtuales. Es por ello que el ciberacoso toma un lugar central. La mirada es un objeto de satisfacción y permite a los jóvenes dialectizar qué lugar ocupan en el deseo del Otro.
3- Hoy los adolescentes están más desorientados respecto a su identidad sexual (sobre el cómo se definen como hombres o como mujeres). En otras épocas estaba más definido el cómo apropiarse de un semblante sexual. Se sabía qué era ser un chico o ser una chica. Hoy en día, afortunadamente, estas cuestiones están más abiertas, pero al mismo tiempo generan en los chicos, más angustia e incertidumbre.
Ubieto señala que el objetivo básico del acoso es atentar contra lo más singular, lo más extraño y particular de un sujeto. Se trata de privarle de su subjetividad eliminando aquello que es diferente y que rompe con la homogeneidad del conjunto. Las conductas encaminadas a conseguir este objetivo son conductas de humillación, no de violencia física.
Pero el acoso, no elimina la angustia de la división subjetiva de los acosadores. Ubieto, comenta como han podido comprobar que los acosadores fueron a su vez ellos mismos acosados.
En cuanto a la víctima, ésta es elegida por que siempre hay algo que aparece como extraño y que se sale de la norma (homosexualidad, peso, llevar gafas, tener desparpajo…etc). Por su parte, la víctima ocupa una posición de sumisión y debilidad, habiendo algo en ella que le impide responder. El acosador detecta rápidamente esta posición y no espera que la víctima responda. Así, la víctima es aquella que no dice NO, habiendo un punto de consentimiento donde no puede volverse contra el acosador y responderle.
Tener esto en cuenta es muy importante para el tratamiento, ya que nosotros hemos de reconocer su sufrimiento pero también ayudarle a que se responsabilicen de su posición y a localizar eso que les impide que puedan responder para que puedan hacerlo.
Los testigos son también muy importantes, ya que el acoso se sostiene ahí. La mirada de los testigos alimenta la satisfacción del acosador. “Si no hubieran testigos, no habría acoso”. Los testigos se callan por que si se oponen corren el riesgo de aparecer en el bando de los “pringaos” y ser víctimas.
Justamente, los programas que funcionan parten de la hipótesis de que los que mantienen el acoso son los testigos. Estos programas implican una sensibilización de todos los alumnos y los alumnos más mayores tutorizan a los de cursos inferiores de manera que se cree una corresponsabilización con una figura de hermano mayor.