Amor y Violencia

La violencia contra las mujeres es cada vez más común en nuestra sociedad, aunque en realidad no se trata de un fenómeno particular de una sociedad concreta, sino que podemos pensarlo teniendo un carácter universal; la violencia contra las mujeres se ha ejercido desde siempre en todas las culturas y sociedades y en todas las épocas y lugares.

¿Cómo podemos explicar este fenómeno desde el psicoanálisis? ¿qué les ocurre a los hombres que ejercen la violencia contra las mujeres? El psicoanálisis de orientación lacaniana nos enseña que cuando un hombre agrede a una mujer está agrediendo lo que hay en ella de heterogénero, de diferente, de incontrolable, de su modo de goce tan diferente. En realidad es un rechazo absoluto de lo femenino que hay en ella y que no puede llegar a entender, pero también es un golpe a lo diferente que hay en él mismo y que es atacado en ella.

La imagen de uno mismo está construida a partir de las imágenes de los otros y si la unidad narcisista resulta dañada o fragmentada, el sujeto puede buscar de manera inconsciente, golpear en el otro lo que no puede llegar a pensar sobre sí mismo. Esto permite explicar por qué muchos hombres, después de un acto violento contra una mujer, pasan a agredirse a sí mismos.

¿Pero qué ocurre con las mujeres? La victimización de las mujeres es la primera idea que pasa por la cabeza cuando se habla de maltrato, sin embargo, el psicoanálisis permite realizar una «rectificación subjetiva» ante la posición de “víctima”, y es que, como decía Lacan, de nuestra posición de sujetos somos siempre responsables.

Entonces, si la mujer puede cambiar de posición y no permitir que nadie la golpee, ¿Por qué no lo hace? la respuesta tiene que ver con la vertiente erotomaníaca del amor en la mujer. Y es que la necesidad que la mujer tiene de sentirse amada puede llevarla a hacer todo tipo de sacrificios. La pérdida del amor para una mujer puede equivaler a la castración en un hombre. Así, el rechazo a esta pérdida puede suponer para una mujer un apego a otro que puede hacerse adictivo y mortífero. Todo, con tal de no perder el amor.

Lacan decía que la mujer es el síntoma de un hombre, pero para la mujer el hombre puede ser un estrago. En estos casos es así, y el hombre se convierte en un verdadero estrago para la mujer. Alguien que toma el valor de super yo, con toda su vertiente obscena y feroz. Un tirano que exige cada vez más renuncias y que cuantos más sacrificios se le hacen, mas tirano se vuelve. Esta pareja hace las veces de super yo femenino y ella queda atada a un otro mortífero como si de una droga se tratara. Esto sería el estrago, un amor del cual la mujer no puede separarse, a pesar de generarle todo tipo de sufrimientos.

El psicoanálisis ofrece una salida a la violencia por medio de la palabra. “Si el psicoanálisis se opone por principio a todo tipo de violencia es en la misma medida en que manifiesta el respeto más radical por la palabra del otro” (M. Bassols).
En un análisis, un sujeto, ya sea en posición masculina o femenina, puede llegar a poder simbolizar algo de sus significaciones inconscientes, y poder hacer así, algo diferente con sus imposibles de soportar.

Bibliografía:

M. Bassols. “La violencia contra las mujeres”. Cuestiones preliminares a su tratamiento desde el psicoanálisis. Blog: Desescrits de psicoanàlisi lacaniana.
L. Dario Salamone. “Amores mortíferos” Conferencia impartida en Zacatecas, México
J. Lacan. Seminario 7. “La ética del psicoanálisis”.