La mujer, la madre y el amor en la actualidad. Manuel Fernández Blanco

Esta fantástica conferencia de Manuel Fernández Blanco fue impartida por el Instituto del Campo Freudiano de Granada el 29 de mayo de 2015.

Manuel nos habla de las diferentes formas de amar en el hombre y en la mujer, y de cómo en la actualidad se va tratando de combatir estas diferencias confundiéndolas con las desigualdades. Hay que luchar con las desigualdades, pero no con las diferencias.

Algunas de estas diferencias tienen que ver con la posiciones sexuadas frente al amor. Vamos a comenzar por la mujer, donde el rasgo fundamental es la erotomanía. Esto hace referencia a que el goce en la mujer está vinculado al signo de amor y a ser la elegida. La mujer acepta ser objeto de goce del hombre para obtener de él lo mas preciado, su signo de amor. La ausencia de amor para la mujer puede tener carácter de estrago.
Así, las mujeres suelen consultar por angustia y tristeza, detrás de las cuales suele estar el temor a quedarse solas o a perder el amor. Las rupturas amorosas suelen estar entre los desencadenantes que las traen a consulta.

Otra cuestión recurrente es la consulta por la otra mujer. Y otra más, las dificultades con la madre: el no haber hallado una vía de acceso a la feminidad en el deseo materno también puede causar un estrago en la mujer. En mujeres jóvenes se suele ver mucho las dificultades para separarse de la madre y tomar una posición de mujeres, en vez de hijas.

Con respecto a la violencia y las relaciones de maltrato, Manuel nos dice que cuando se habla de la dificultad de salir de una relación de maltrato, la interpretación más desafortunada alude a un posible masoquismo por parte de estas mujeres, sin embargo, en las mujeres, lo que está en juego no es un goce masoquista sino una demanda de amor permanentemente decepcionada y que insiste. Es una amor decepcionado cuyas raíces están en la historia infantil del sujeto. Así, la mujer insiste esperando que la próxima vez se obtenga algo diferente, un signo de amor que nunca se obtiene.
La espera de este signo de amor la puede abocar a situaciones de maltrato o le hace creer en las palabras de amor y arrepentimiento, así como interpretar que los celos son signos de interés.

Según Manuel, cuando se investiga en la historia infantil siempre nos encontramos que en algún punto hubo una confusión entre amor y maltrato y la figura del otro aparecía con estas dos caras.

Así, la mujer se presta a la perversión polimorfa del hombre por un signo de amor, y si éste no llega se puede entrar en una relación de estrago. Lacan nos dice que lo que puede hacer de límite al “sin límite” de los sacrificios que una mujer puede hacer por un hombre es la obtención de un signo de amor, y es cuando éste no llega donde puede producirse todo el drama de lo ilimitado de la repetición.

Así como del lado femenino nos encontrábamos con esta fetichización del amor, del lado hombre lo que nos vamos a encontrar es una elección fetichista en base a un rasgo erótico, y es a través de este rasgo que el hombre va a poder gozar de ella en su fantasma.
Lacan dice que las mujeres son “acomodaticias” por que consienten a este fantasma masculino para así poder obtener el signo de amor.
Lo que está ocurriendo en la actualidad es que la mujer cada vez se presta menos a la mascarada del hombre para obtener la erotización del amor. Es importante resaltar que el que se preste no quiere decir que se identifique con eso, con su ser como objeto. Y este prestarse cada vez menos tiene que ver con el discurso dominante en la actualidad, el discurso de la igualdad, no de la diferencia.

Cuando la mujer no consiente al fantasma masculino el hombre deja de tener el auxilio de la potencia que le garantizaba esta posición y el encuentro entre los sexos se torna problemático. La mujer sujeto suscita en el hombre la inhibición, la infantilización o el odio, lo que le aboca a una nueva forma de clandestinidad, la masturbación a través de internet y también a la demanda incesante a la mujer para que confiese el secreto de su goce.
En cuanto a la mujer el desencuentro con el hombre se suele focalizar en la relación con sus hijos y el aumento de las dificultades para hacer pareja acrecienta su necesidad de ser madre acogiendo al niño como objeto de su amor. Así, el empuje a la igualdad imaginaria condena a las mujeres a la soledad fálica.

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