Anorexia y psicoanálisis
El psicoanálisis tiene en cuenta la relación de la comida con el inconsciente. Esta relación es compleja y abarca diferentes niveles. La comida, objeto oral por excelencia, tiene una función nutricional que responde a necesidades biológicas. Sin embargo, en el ser humano no hay nada que se reduzca solamente a la satisfacción de una necesidad biológica o natural.
Así, existe también la dimensión de la relación con el Otro. Por ejemplo, el primer don que el sujeto recibe de la madre es la comida. Y además, también tenemos la dimensión de la satisfacción pulsional. Por ejemplo, cuando un niño demanda la comida, siempre lo hace más allá de la dimensión nutricional. Bajo esta demanda siempre hay demanda de otra cosa. En el ser humano este “más allá” está desde el comienzo de su vida.
Lo que Lacan nos enseña sobre la anorexia es que es una experiencia de goce particular donde el objeto de goce es NADA. La persona anoréxica se alimenta de esta NADA, se alimenta del rechazo, y cuanto más rechaza, mas se alimenta.
Domenico Cosenza, habla de que tanto en la anorexia como en la bulimia, se trata de un rechazo al Otro que puede tomar varias formas: Rechazo al Otro materno y rechazo al Otro simbólico, es decir, rechazo del significante, ya que éste le marca un límite en su relación con la pulsión.
En las anorexias graves, como en las psicosis, el sujeto no quiere aceptar este límite y esta pérdida de goce, no quiere pagar este precio por estar en el lazo social, lo que en la anorexia repercute en una relación solitaria con la comida. El sujeto prefiere gozar al máximo de su síntoma y quedarse fuera de la escena social. Se trata de una relación sin mediación simbólica donde se pierde en la relación con el objeto comida. Tiene la ilusión de que lo controla, sin embargo es esclavo de este objeto, como ocurre en el caso de las toxicomanías.
Pero además, Cosenza, también señala que existe un rechazo por parte del Otro hacia el sujeto anoréxico, donde este Otro no tiene en cuenta su singularidad.
Habría que añadir que éste Otro si que puede tener en cuenta las necesidades nutricionales del sujeto y colmarle con la papilla asfixiante, pero deja fuera la dimensión del deseo del sujeto. La anorexia sería como una respuesta a este tapón puesto por el Otro y una forma de afirmar su singularidad y su deseo.
En la anorexia, también ha existido una dificultad en el proceso de la separación, no solo de la separación de la madre en el destete, sino una dificultad para perder una parte de sí mismo, ya que en etapas tempranas no hay diferencia entre el seno de la madre y el bebé, y éste siente este objeto como parte de sí mismo.
Entonces, el sujeto anoréxico, no quiere perder esta parte de sí mismo que se encuentra en el Otro materno quedando atrapado en esta etapa. Esto repercute en una dificultad extrema ante las pérdidas. Por ejemplo, cuando el sujeto no ha podido hacer esta separación y llega a la pubertad, no puede asumir una posición sexuada y puede responder con la aparición de una anorexia para producir una marcha atrás y no madurar. De esta manera, cancela todos los efectos en el cuerpo que van en dirección de construir su posición sexual, aparición de los caracteres sexuales secundarios, de la regla…etc.
En cuanto al tratamiento, hemos de ser muy pacientes, ya que en un principio el sujeto viene por la demanda del Otro. El no demanda nada por que ya ha inventado una respuesta a sus malestares y angustia, que es su síntoma. Sin embargo, este síntoma a veces puede llegar a producirle la muerte.
Nosotros consideramos el síntoma como algo a limitar, teniendo en cuenta que a veces, si esta solución cae, puede ser peligroso para el sujeto en casos graves donde podría desencadenarse. En estos casos se trata de moderar el síntoma, a la vez que ayudamos a construir otra solución menos mortífera.
Consenza, D. «El muro de la Anorexia». Entrevista para radio Lacan.
Miller, J. Alain. El ultimísimo Lacan. Ed. Paidós.
Maribel Sánchez. C/González Adalid, 13.
Tlf de información y citas: 637 71 18 77